viernes, 17 de abril de 2015

MICROSOFT Y LOS SIETE CEREBROS


El día de ayer fue crítico para mí. Todo iba conforme a la rutina: levantarme, prepararme una taza de café y sacar a pasear a los perros. Hasta ahí todo normal. ¡Vamos! Normal en una cabeza como la mía, en la que la normalidad toma matices bastante curiosos, y digo curiosos por no decir tormentosos, incongruentes y la mayoría de las veces irracionales. Algo que estoy trabajando con mi terapeuta, y en días como ayer pienso que no he aprovechado en mucho las sesiones. Este darle vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas a las cosas no conduce a nada bueno déjenme decirles. Es cansado y en muchas ocasiones en ese girar vertiginoso  dices cosas que no debes,  malinterpretas conversaciones o escupes lo primero que te viene a la mente sin reflexionar en el efecto que tendrán tus palabras.

Vueltas y vueltas y vueltas.

Un amigo mío dice que las mujeres tenemos siete cerebros, uno por cada pecado capital; otro amigo me dice que en realidad son 8 porque a algún Papa (Gregorio Magno)  se le ocurrió quitar la vanidad (vanagloria) como pecado capital, aunque mi amigo prefirió llamarle “moral de siete estantes”. En lo personal,  prefiero tener la imagen de los 7 cerebros,  me los imagino todos de diferentes colores, encendiéndose y apagándose millones de veces en el día, algo así como una feria de pueblo en la que todo son foquitos de colores, que se prenden y se apagan en actividad constante, en  constante frenesí y por consiguiente en constante tormento. Todavía no estoy segura si estos foquitos se apagan por la noche, tiendo a pensar que no, porque en muchas ocasiones me despierto con mil ideas en la cabeza, por lo general 995 son inútiles, pero cinco de ellas resultan mapas para llegar a soluciones que arreglan el día.

Sin saber aun la teoría de mi amigo de los 7 cerebros (la supe hasta la noche), después del desayuno me senté ante mi computadora dispuesta a trabajar, la encendí y descubrí que ya no tenía el Office 365. Entré en pánico, el programa no estaba por ningún lado. Resulta que hace unos días renové el contrato y no se qué hice durante la instalación que lejos de renovarlo ¡lo borré por completo!; hablé a José Manuel, mi mago/técnico, intentamos varias soluciones pero nada funcionó, era un hecho innegable: había eliminado el programa. Él me recomendó que hablara a Microsoft y lo hice creyendo que no solucionaría mi problema; para mi sorpresa me atendió una señorita desde Colombia de lo más amable, tanto, que me preguntó sobre el clima en el Distrito Federal y me habló del clima en Bogotá, sospecho que me sintió tan alterada que pensó que si no me calmaba cualquier instrucción de su parte sería inútil; una vez que hablamos del clima me tranquilicé: “Si esta mujer me habla del clima a pesar de que ya le dije que mi Office había desaparecido por completo no puede ser tan grave” pensé. Su táctica surtió efecto, yo creo que además de experta de Microsft, debería ser psicoterapeuta. Acto seguido me pidió permiso para ingresar a mi computadora de manera remota, me pidió que cerrara todas las ventanas con datos personales y que “firmara” un contrato, lo hice, y a partir de ahí crucé los brazos y ví cómo la flechita del cursor se movía de un lado a otro mientras ella me explicaba lo que estaba haciendo para solucionar mi problema. ¡Fue una sensación deliciosa observar dicha flechita moverse de arriba abajo sin que yo la accionara! El problema quedó resuelto en menos de diez minutos, ahora ya tengo todos los íconos y mi computadora y mi vida están en armonía de nuevo.

Y ahí es en donde empezaron a intervenir los 7 cerebros dando vuelta, y vueltas, y vueltas y vueltas a lo sucedido. No sé si en mis reflexiones recorrí los 7 pecados capitales como tal pero sí algunos de ellos. He aquí lo que pensé:
1. Me resultó un poco inquietante el hecho de que me diera tanto placer que alguien más resolviera mi problema con mi Office 365. Ver esa flechita moverse de manera eficiente, desenmarañando todo fue relajante
2. ¿Qué tanto me gustaría que alguien solucionara mis problemas de esa manera? No se si siempre, pero de pronto sí que se me antoja
3. ¿Qué tanto me gustaría que me arreglaran la vida cuando mis siete cerebros de plano no se lograran poner de acuerdo? Que dicho sea de paso, pocas veces lo hacen.
4. ¿Cómo es posible que se me ocurra todo esto a partir de una consulta a Microsoft?

Vueltas y vueltas y vueltas y vueltas, y vueltas, y vueltas y vueltas.


Esto de tener 7 cerebros es realmente agotador.

viernes, 10 de abril de 2015

NO BASTA CON QUERERLOS

Hoy, una amiga muy querida publico en Facebook lo emocionada que estaba porque su bebé había cumplido tres meses. Le dice lo mucho que lo quiere, lo mucho que lo esperó y lo deseado que fue. Yo le recomendé que guardara todas esas publicaciones para que  cuando su hijo fuera adolescente y un buen día sintiera que nadie lo comprende y nadie lo quiere, se las mostrara. Me viene a la cabeza el lema de una Fundación con la que tuve la fortuna de tener contacto, Casa Yolia, para niñas de la calle y en situaciones familiares dificiles: "no basta con quererlas, ellas deben saber que son queridas", y sí...no basta con querer a los hijos, hay que demostrarlo.

Cuando yo era niña, tuve muy pocas muestras de afecto por parte de mis papás. Mi madre porque emocionalmente no podía hacerlo y mi padre porque mi mamá siempre lo reprimió bajo el argumento de que nos iba a echar a perder. Echar a perder ¿qué? me pregunto, ¿la seguridad que te provoca el saberte querido?. Y no critico a mis padres en particular, en esos tiempos era normal no mostrar tanto afecto, o por lo menos era lo normal en mi mundo. Era una manera de educar, en la que las muestras de afecto se traducían en debilidades por parte de los padres y siempre se tenía el temor de que los hijos se aprovecharan de ellas. "Tal vez si lo apapacho demasiado se va a volver presumido", "si lo halago demasiado se vuelve soberbio". Lo que no sabían es que los halagos de un padre hacia los hijos sólo se pueden traducir en amor, orgullo, y gozo, porque los hijos son, lo queramos o no, un reflejo de la educación y el trato que reciben en casa.

Recuerdo esas tardes en las que mi mamá cosía en la mesa del comedor, el sonido de las tijeras cortando la tela, el olor del papel de los patrones, el cuidado con el que ponía cada alfiler y sobre todo esa mirada serena y dulce que tenía en esos momentos, y siempre me pregunté por qué nunca tenía esa mirada cuando me veía a mí o a mis hermanos. Siempre fue una mirada dura y fría, seguramente porque pensaba que si nos veía con dulzura, perdía autoridad. Y así, ella colocaba los patrones encima de la tela, lo prendía con alfileres y los cortaba con precisión, y yo la observaba con mis ojos "color agua puerca" como ella decía que los tenía, y me preguntaba si Tita en verdad me quería. Pregunta tonta por supuesto, porque sé que fui una niña deseada; vine después de mi hermano Pepito, que murió al nacer, pero cuando uno es niña, esas cosas a veces no se sienten, sino que se tienen qué escuchar para que las palabras se traduzcan en verdades y las miradas en sentimientos.

Yo he tratado de revertir eso durante toda mi vida como madre. Es cierto, nunca fui demasiado dedicada, no me pasé las horas enteras jugando con mis hijos porque la mayor parte del tiempo estaba trabajando, no iba a todas las juntas en sus escuelas ni participaba  como vocal como lo hacían muchas mamás, pero creo que mis hijos siempre supieron lo mucho que los quise y los quiero. Los abrazos es algo que trato de incluir decenas de veces en mis días. Y lo se, porque ahora son seres humanos maravillosos, con seguridad en ellos mismos, haciendo sus vidas y planeando su futuro y quiero pensar que yo tuve algo qué ver en eso. Mario y yo, los dos como parte de una misma generación y que intentamos enmendar errores, muchas veces sin saber cómo. Aprendemos sobre la marcha,

Es un error pensar que los padres quieren a sus hijos por "default". No es así, conozco a personas que nunca tuvieron ese instinto maternal o paternal y que sólo tuvieron a sus hijos porque eso era lo que se esperaba, porque decidir no tener hijos en mis tiempos era casi impensable, aunque por supuesto que para muchos hubiera sido la mejor de las decisiones. A los hijos se les va queriendo un poco mas con la convivencia, con el trato diario y con el vivir como familia. Cuando nació mi hijo Mauricio, el primero, me causó conflicto el hecho de que al momento del parto yo no sintiera un amor desbordado ni escuchara algo así como coros celestiales. El amor desbordado llegó cuando lo tuvimos en casa, cuando lo amamanté por primera vez, cuando nos sonrió...aprendimos a amarlo muy rápido, es cierto, pero ese amor ha ido en aumento al paso de los años como sucede también con mis otros dos hijos; y desde esos primeros momentos de conexión y en muchos otros momentos a los largo de sus vidas, me doy cuenta de que definitivamente no basta con quererlos, sino que ellos deben saber lo mucho que los deseamos y los mucho que los queremos: con acciones, con regaños, con pláticas y con miradas de aceptación y orgullo.

Cometo muchos errores, pero trato de que mis hijos vean en mi mirada "color agua puerca" lo mucho que los amo, lo orgullosa que estoy de ellos como personas y de lo orgullosa que estoy del corazón que tienen, porque los tres son buenas personas, "hombres de bien" como dicen por ahí. Y hoy puedo estar segura de que mi marido y yo hemos aportado con tres seres humanos maravillosos a este mundo tan revuelto.

De muchas cosas definitivamente no estoy segura pero sí se que mis hijos jamás tendrán la duda de si son queridos o no.


domingo, 5 de abril de 2015

DETALLES

Hoy es pascua y lejos del sentido religioso, este día trae entrañables recuerdos para mi y para mis hijos. Mi mamá, invariablemente compraba una enorme dotación de huevitos de chocolate en Sanborns, con papeles de todos los colores y florecitas de azúcar encima y los escondía en el jardín en la casa de Callejón de las Cruces; mis hijos se despertaban ese día con la ilusión de ir a casa de la abuela y buscar los huevos que había dejado la coneja, buscaban y buscaban y todos acababan con una canasta llena de huevos de todos colores. Por supuesto que siempre había algunos que "la coneja" había escondido tan bien que aparecían meses después en medio de un helecho o debajo de alguna maceta. Era un día especial, la búsqueda de los huevos, la comida en casa de Tita y la tarde apacible que le sucedía. No era algo espectacular, simplemente un día cálido, hogareño y sobre todo, amoroso.

No puedo dejar de pensar en que son todos esos detalles los que construyen la vida. Mis hijos tuvieron una infancia feliz en el jardín de la abuela porque sus días siempre estuvieron llenos de detalles cuidadosamente planeados. Detalles que me decían que Tita quería a su familia más que a nada en este mundo y eso  lo agradezco enormemente. Al mirar hacia atrás son esos días, como el de pascua, los que nos dieron a todos un sentido de pertenencia a una familia, a un mundo que era sólo nuestro.

Y hoy pienso, más que nunca, que la vida debe estar edificada con detalles, pequeños gestos que sin pensarlos resaltan lo que en realidad importa. Detalles cotidianos que se hacen con naturalidad, sin forzar nada, como aquellos huevitos escogidos con todo cuidado en Sanborns para alegrarles el día a los nietos.

Detalles que construyen hermosos recuerdos porque al paso del tiempo son estas pequeñas cosas las que recordamos, las que empañan los malos momentos y las que si tenemos un poco de buena voluntad, permanecen en la mente. Recordar lo bueno es un acto de elección supongo. Recordar a mi madre escondiendo los huevitos en el jardín es algo que elijo recordar. Detalles que me gritan una y otra vez que todos somos capaces de dar felicidad por más que tengamos el corazón endurecido por una vida difícil.

Al hacer un recuento de nuestras vidas, son los detalles los que recordamos con mayor claridad. Recuerdos que elegimos capturar como fotografías y enmarcar en la galería personal. Y por supuesto es decisión nuestra recordar los detalles buenos y dejar a un lado los malos, porque son los detalles los que acercan a las personas o las alejan para siempre.

Hoy es un día para reflexionar supongo...día de pascua...día de detalles...un día para resucitar recuerdos, experiencias, buenos momentos, sentimientos perdidos y transformarlos en cimiento.