Mujeres
como casas....sí, eso somos.
Con
montones de secretos, esquinas y rincones en donde se guardan sinsabores y
alegrías, experiencias que se van acomodando entre los muebles y la vida.
Siempre con cajones, armarios, puertas que permanecen cerradas a veces por
demasiado tiempo y cuando se abren desprenden un olor a viejo y a cansado, a
recuerdos que no se disfrutaron del todo que se encerraron ahí, en un cajón de
la vida a veces por conciliar y buscar paz interior. Con áticos y sótanos
llenos de cosas acumuladas por años.
Casas que
llenamos con suspiros ¡las mujeres estamos llenas de suspiros!, anhelos que se
quedan suspendidos entre las paredes de las recámaras y en las oficinas que en
ocasiones se convierten en casas, o en los negocios que fueron levantados de
peso en peso y que se vuelven las casas en donde se educa a los hijos. Y estos suspiros no pueden estar encerrados
entre cuatro paredes, a veces logran escapar y se quedan rondando en la atmósfera…
y si sales a las calles y logras estar en silencio aunque sea por unos minutos,
los recoges en la piel y muchas veces te sirven para ir por el día con la
cabeza en alto. Suspiros compartidos que hablan de batallas que se libran
apenas abrir las puertas de las casas. Sé que si esos suspiros pudieran tener
colores pintarían el cielo como una inmensa aurora boreal.
Las casas
viejas guardan y resguardan tradiciones que son las que finalmente le dan
sentido a las familias, las nuevas, sólo esperan ser vividas alegremente. Pero
viejas y nuevas, son casas que aspiran a ser hogares, que reclaman ser
habitadas, tratadas con cariño y reparadas cuando se les hacen grietas. Con
ventanas que deben ser abiertas todos los días para que el aire de la mañana
entre y se arremoline entre las sábanas.
Las
mujeres como casas que deben ser vividas y disfrutadas, y que sin son
maltratadas se resquebrajan y se agrietan muchas veces, más allá de una
reparación.
He
escuchado historias de mujeres cuyas vidas toman giros trágicos y aun así,
reinventan, corrigen y encuentran. Mujeres que han visto sus cuatro paredes
desmoronarse y sus ventanas romperse en añicos pero al tiempo, se reconstruyen desde
los cimientos.
Las
mujeres como casas que esperan ser vividas, disfrutadas y tratadas con respeto.
Sin maltratos y abandonos.
Aunque en
ocasiones hay casas que es mejor dejar solas porque así es como sus muros
permanecen en pie.
Mujeres
como casas…sí eso somos