Y hoy que debo empezar mi semana sacando algunos trabajos pendientes, mi mente rueda y no se detiene (como la canción) hacia mi vida, hacia lo que he logrado y lo que he hecho en estos últimos años. Cosas de la época supongo, los fines de año uno está casi obligado a reflexionar sobre la vida, en la creencia de que se puede enmendar errores, construir reconciliaciones o simplemente borrar pasados incómodos. Eso nunca se logra, o por lo menos no en mi caso, yo arrastro e integro. Eso de hacer un comienzo limpio cada año no se me da.
Me queda claro que esta manera de ser no es necesariamente la mejor, pero no puedo ser de otra forma. Me cuesta olvidar agravios, me cuesta reparar heridas y olvidar errores que ya no tienen posibilidad de ser enmendados. "Avanza" me dice constantemente el subconsciente y sí, eso sería lo más prudente. Moverte y dejar atrás todo lo que ya fue y que debe estar en tu pasado. Moverte y dejar que el tiempo haga lo suyo y repare, pero mi mente trabaja en formas misteriosas y se instala en situaciones que ya no tiene caso que se revivan: ¿por qué no estuve en el momento en el que murió mi mama?, ¿por qué no le dije que encima de todo la quería con toda mi alma?, ¿por qué dejé que una amistad se perdiera?, ¿por qué hice esto que lastimó tanto a uno amiga/o?. ¡Puf! ¡cuánta cosa! Es un infierno estar dentro de mí en los momentos en los que mi mente rueda. Me queda claro que las situaciones pasadas me siguen haciendo daño porque yo las traigo de manera constante a la mente. Me convierto en una observadora y juez implacable de mi pasado sin darme cuenta de lo absurdo que resulta.
¡Avanza! me dice de nuevo el subconsciente.
Hace tiempo, Mario y yo tomamos el "turibus" en un paseo realmente agradable y lo que más me gustó al ir en la parte superior, además de percibir la ciudad con sus sonidos y aromas y de sentir el aire y el sol en la cara, fue que al pasar por zonas residenciales yo podía atisbar al interior de los departamentos e imaginarme lo que estaría sucediendo ahí dentro. Eso me lleva a pensar que soy una especie de "voyeurista", pero mi interés no tiene connotaciones sexuales (¡o no lo se!, creo que es una pregunta para mi siguiente sesión con la psicóloga), me gusta observar a través de las ventanas, atisbar al interior de una casa cuando la puerta se ha dejado entre abierta. Atisbar en los corazones cuando una ventana se ha dejado ligeramente abierta. Y en este observar la vida de los demás me involucro y siento y pienso y saco conclusiones y en ocasiones me instalo en las delicias o en los sinsabores del corazón ajeno y trato de exprimir hasta el último por qué. Me convierto en observadora de cualquier gesto ajeno que me sirva de reflejo.
¡Avanza! las cosas a veces es mejor dejarlas como están.
Y por si fuera poco, tengo una memoria sumamente selectiva para lo malo, para las equivocaciones, los errores, los malos momentos. En una cena tiendo a recordar cuando tiré el vino y no cuando dije algo genial. En un paseo recuerdo cuando me caí y no cuando hice una observación realmente inteligente. En una conversación recuerdo las imprudencias y nunca las palabras dulces y de aliento; y de esta manera vuelvo a instalarme en un pasado que no me gusta y en una perspectiva distorsionada de la realidad. Porque los demás, los que me quieren, por lo general no recuerdan mis descalabros sino los aciertos. A veces me gustaría quererme tanto como como me quieren algunas personas y recordar lo bueno que hice, las palabras de aliento y las frases geniales. Me convierto en una observadora implacable de mis errores.
¡Avanza! las cosas son como son
Pero por otro lado en el recuento, esto de ser tan observadora me convierte en una buena amiga supongo. En una buena compañía y en una buena escucha. No soy una mujer muy lista, ni tampoco muy culta, (he leído mucho pero se me ha olvidado, esa es la verdad de las cosas), pero en este afán de atisbar en el alma ajena, me intereso por el otro y trato de aprender. Observo y percibo. Observo y reacciono. Observo y absorbo. A veces, en ese no querer ser intento ser alguien mejor. En ese escuchar a los demás pretendo ser una mejor versión de la mujer que escribe estas palabras. Y en ese escuchar intento con toda mi alma ser amiga. Me convierto en una observadora de los corazones de la gente que amo y percibo y reacciono y trato de acoger.
Estás avanzando...
No siempre tan rápido como yo quisiera.
Yo la "voyeurista". La que observa, percibe y trata de entender. Esa soy yo.