Y así, producto del ocio y hurgando en mi computadora, me encontré este texto que escribí hace muchos años, sin embargo, hay días en que siguen vigentes los sentimientos...hay días como hoy en los que la nostalgia se hace presente y me toma por completo:
"Fue
una llamada a las tres de la madrugada, la que sin saberlo cambiaría por
completo mi vida. Mi padre moría de cáncer y me hablaban para que me fuera a
despedir de él. Yo tenía preparado un traje sastre negro...de hecho, lo había
mandado a la tintorería unos días antes. Me sorprendió la frialdad con la que
calculé hasta este pequeño detalle pero así lo hice, y lo hecho hecho está. En
el camino a casa de mis padres se apagaron todas las luces de la avenida, y en
ese momento supe que ya no llegaría a despedirme. Es uno de esos momentos
siniestros que a veces te reserva la vida sin quererlo.
Llegué, y en efecto el había muerto y la azalea que
floreó durante varias semanas se había secado, así pasó...en sólo un
instante... me pregunto si las plantas sienten tanto como uno...me pregunto si
sufren hasta el punto de creer que estan enloqueciendo y que el corazón ya no
está disponible para sentir mas dolor.
Supimos
que mi padre iba a morir cuando nos lo dijeron los doctores al momento de la
operación, claro, pero aun así nos aferramos a la idea de que siempre ocurren
milagros. De que fulanita que estaba invadida de cáncer tomó un te de piel de
víbora y se curó...y a perenganito que tenía cáncer en el hígado se aventó junto
con los voladores de Papantla y se curó milagrosamente. Pero supimos, en
realidad supimos que se iba a morir,
cuando unos días antes nos contó que había soñado a mi tía Cristina,
vestida de blanco que le decía, “vente Chuchito, que aquí ya estamos bien” Mi
tía Cristy, su amiga del alma...su alma gemela que también murió de cáncer meses antes.
Yo
no sé qué tanto se llevan los muertos cuando se van...pero es mucho y lo peor
de todo, es que no te enteras de un
jalón de todo lo que se llevan, sino que lo vas sabiendo poco a poco, a cada
día de tu vida...y en cada nueva experiencia que dejas de compartir. Yo no sé
si existan los fantasmas o no. Pero desde ese día he pensado que lo que diera
por que se me apareciera mi papá y me dijera cómo hablar con mis hijos.
Mi padre era un experto en crear momentos fantásticos...y
esos momentos ahora son los recuerdos que me hacen seguir adelante y sonreír y
por supuesto decirles a mis hijos que una vez hubo un mundo que no era de
asfalto"
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