domingo, 10 de julio de 2016

Y HABLANDO DE SUEÑOS.

Hoy siento la necesidad de hablar sobre los sueños...sobre mis sueños,  y toco el tema porque estas últimas semanas no han sido las mejores para mí. Problemas económicos, problemas con los impuestos y problemas de salud. Nada serio, pero el malestar es suficiente para robarme la paz, y el buen humor (no que se necesite mucho para hacerlo, pero ahora la razón es poderosa y tangible). Un dolor constante es suficiente para arruinar el día a cualquiera. Así es que hoy decido acordarme de los sueños que se me han hecho realidad.

Hace algunos meses, en que en verdad no tenía nada de trabajo ¡pero nada!, decidí escribir una obra de teatro, utilizando vivencias personales, conversaciones con amigas, observando y empatizando con historias de mujeres a las que quiero entrañablemente; utilizando como fuente de inspiración la vida misma, lo cotidiano de muchas mujeres y un tema que está presente en nuestras existencias en mayor o menor medida: la violencia, pero no la de gritos y trancazos, sino esa violencia sutil, la violencia del diario que casi no se nota, sólo a través de comentarios, miradas, leves reproches; y la violencia que nos generamos hacia nosotras mismas al descuidar nuestra salud por poner muchas cosas antes que una visita al doctor. La escribí y mi sueño fue algún día llevarla a un escenario. Hoy ese sueño es una realidad. La obra lleva ya más semanas de las que esperábamos en un principio y es un sueño que me ha dado mucho: conocer a gente extraordinaria, reafirmar amistades, pero lo mejor de todo: que las personas que me quieren (incluyendo a mis hijos) fueran a verla para entender un poco más de mi y de mi trabajo. Creo que esa ha sido la mayor satisfacción en todo este maravilloso proceso.

No es el único sueño que se me ha hecho realidad. Mi papá nunca tuvo una muy buena educación, supongo que por la falta de recursos, así es que decidió estudiar por su cuenta. Era un lector incansable, le gustaba la historia y  leía y leía sobre lo que le interesaba hasta llegar a ser bastante conocedor del tema. Pedía cuanto libro del National Geographic salía a la venta sobre culturas antiguas y  "los devoraba" en poco tiempo. Cuando tuvo la oportunidad de viajar, lo hizo, con Tita por supuesto y a veces con nosotros, sus tres hijos. Viajar con él era un verdadero placer porque al llegar a los lugares, mi papá ya sabía todo sobre su historia y nos servía de guía. No hubieron muchos viajes es cierto, pero lo suficientemente enriquecedores como para oxigenar el alma cuando siento que me asfixio.

Así es que trato, en la medida de lo posible, viajar. Y he hecho lindos viajes con mi familia. Decido "echar la casa por la ventana" en cada viaje que hacemos porque sé el valor que tienen, la convivencia que se da, lo que aprendes, lo que vives y sobre todo los recuerdos que generan. Por ahora, la situación económica me ha robado la posibilidad de viajar, pero los recuerdos persisten en mi mente como burbujas de aire a las que me introduzco para respirar un poco, sobre todo ahora que las cosas no están nada fáciles. Los viajes hechos con mis hijos son momentos inolvidables de convivencia y amor. No son otra cosa que sueños hechos realidad y soy afortunada por haberlos cumplido.

Otro sueño que se cumplió (que lo cumplió mi mamá de una manera indirecta) fue el de tener una cocina con vista a un jardín. Cuando murió y pudimos (Mario y yo)  comprar la casa de mi madre a mis hermanos, por fin tuve una cocina con vista a un jardincito. Levantarme cada mañana para poner el café y asomarme a esa ventana me llena de alegría...un sueño cumplido más. Mi casa me llena de felicidad y ese es un sueño constante, que prevalece y que se filtra en toda mi realidad. Y por conservar este sueño es que me levanto cada mañana a enfrentar la vida.

Día a día se cumplen sueños supongo, lo que pasa es que no siempre estamos en alerta como para detectarlos.
Sueños pequeños que se van cumpliendo uno a uno y que en conjunto hacen la vida más llevadera.
Sueños que al final del día te das cuenta de que fue mejor que no se cumplieran (porque los hay)  Sueños que sueñas despierta y otros que llegan cuando has conciliado el sueño.
Sueños que sueñas cuando caminas en las mañanas y que se convierten en proyectos si es que tienes la suerte de asirte a ellos.
Sueños que sueñas cuando estás bajo el chorro de la regadera y que se olvidan en el momento en el que te secas con la toalla.
Sueños que sueñas cuando decides que tu vida debe ser otra.
Sueños que sueñas cuando te encuentras con los amigos.
Sueños que sueñas cuando la vida se vuelve hostil y complicada.
Sueños en los que te refugias cuando el camino es cuesta arriba
sueños que dejas de soñar cuando te das cuenta de que sólo te haces daño
Sueños que son como espejismos, que sólo te engañan
Sueños que te abren posibilidades
Sueños que te ayudan a sobrellevar momentos complicados
Sueños a los que eres sólo una invitada más
Sueños que son como ventanas que se abren para dejar que corra el aire.
Sueños que asfixian
Sueños que liberan
Sueños que sueñas cuando sueñas que sueñas.


Los sueños llegan y se van en un instante. Reconocer esos breves segundos en los que los sueños llegan es tarea de cada quién.  Porque los sueños así son: efímeros (¡qué linda palabra!) .

1 comentario:

  1. Te felicito por los sueños que se han hecho realidad! Y las realidades maravillosas de tu vida con las que quizá nunca soñaste. Leerte es un placer ! Muchos besos

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